domingo, 11 de agosto de 2013

Well... What is much?

Si no salta la chispa, no hay nada que hacer. No se leen los clásicos por deber o por respeto, sino sólo por amor.
 
Ítalo Calvino


Ante todo disculpen que titule en inglés una entrada de blog escrito principalmente en español pero quería conservar la frase tal y como la oí en una serie americana que probablemente muchos conocerán, llamada "Gilmore Girls" o "Las chicas Gilmore".  

La serie trata sobre la vida de una madre soltera y su hija adolescente. El argumento se centra en el proceso de crecimiento de la hija, Lorelai "Rory" Gilmore, una devoradora de libros empedernida que sueña con estudiar en Harvard. La frase en cuestión significa "Bueno... ¿Qué es mucho?" y es lo que le responde un chico a Rory cuando él admite haber leído un libro más de cuarenta veces tras haber dicho que no solía leer mucho.


No sé ustedes, pero yo que he sido una de esas niñas para las que un castigo de una noche sin leer suponía una auténtica condena al infierno (normalmente quebrantada con la ayuda de una linterna y una tienda de campaña hecha de sábanas), que conocía personalmente al bibliotecario porque siempre le permitía llevarse algún libro más de lo estipulado y al librero de la universidad, que siempre se sorprendía de la ingente cantidad de libros que le compraba, me he hecho alguna que otra vez esta pregunta. 





Desde que tengo uso de razón, mi vida ha estado rodeada de libros. A los tres años, incapaz de contener mi curiosidad por lo que la gente era capaz de descifrar en aquellos extraños dibujitos negros sobre el papel blanco, le pregunté a mi madre qué significaban y desde ese momento no he podido dejar de indagar el significado de un libro tras otro. Indagar porque, no lo olvidemos, el autor sólo escribe la mitad del libro. La otra mitad, la que hace que los personajes sean de carne y hueso y vivan en nuestra memoria debe ser capaz de completarla el lector en su recorrido por las páginas.


Poco después de aprender cómo se podía saber qué ponía en todas aquellas páginas cosidas y unidas mediante una portada descubrí otra de mis grandes pasiones: el cine. La primera película que vi en una sala fue "La Bella y la Bestia", la versión de Disney. Por supuesto mi escena favorita de la película fue la de la biblioteca. Nunca pude entender por qué Bella sigue empeñada en visitar el ala oeste del castillo cuando le han ofrecido ver la biblioteca. A mis cinco años de entonces, yo habría sido perfectamente capaz de vivir en una biblioteca como Matilda o la niña de la biblioteca de "La Banda del patio". 


Porque el único defecto que tienen los libros es que enganchan. Empiezas a descifrar el negro sobre blanco cuando eres apenas una cría y devoras cuentos de hadas. Creces y descubres los libros de aventuras. Y ya de adulta, decides leer algún libro clásico y te das cuenta de que hay demasiados como para leerlos en una sola vida.
Entonces empiezan las listas. Listas que pueden ser personales o generales. Cuando son generales se las llama canon y están consensuadas entre un montón de teóricos y estudiosos de teoría de la Literatura ¿Y cómo van a elegir los teóricos de la Literatura tus historias? Escogidas por azar, capricho, riguroso orden alfabético, temático o por países, las historias forman parte de la experiencia vital y seguramente influirán en qué países quieres visitar, dónde quieres vivir o quiénes son tus amigos.

La primera vez que un niño juega con otro no hace más que recrear lo que le han contado. El ser humano se alimenta de historias.  ¿Cómo saber cómo relacionarse con otro ser humano? ¿Cómo saber cuándo está angustiado, triste o decepcionado? ¿Cómo saber cuándo variar el rumbo de nuestra vida o lanzarse a perseguir gigantes sobre un caballo imaginario? ¿Cómo desear o luchar por cosas que ni siquiera sabemos que existen?
Me gustaría añadir que cuantas más historias se leen mejor se entiende al ser humano. Pero no es así. Con frecuencia, cuanto más se lee, más queda por leer. Cuanto más se sabe, menos se entiende.

En este intricado laberinto compuesto por los libros que se leen en una vida se pueden buscar hilos de Ariadna en forma de listas de clásicos o recomendaciones de profesores pero nunca pretender que nadie nos lleve de la mano. Nadie mejor que uno mismo sabe cuáles son los paisajes que más le gustan, aunque para ello tuviera antes que aprender a caminar de la mano de alguien.

Así que... "¿Qué es mucho?" En cuanto a lecturas se refiere, lo que es mucho o poco depende enteramente del lector y de sus infinitas posibilidades. 


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