martes, 26 de julio de 2011

El ajedrez: un laberinto de espejos

El ajedrez es uno de mis juegos preferidos por su complejidad, la enorme concentración que exige y su empleo de la lógica (se dice que el mal jugador de ajedrez siempre habla de sí mismo como alguien "intuitivo" ya que no piensa o planea la partida con varias jugadas de antelación).

Es uno de los juegos más recurrentes en la Historia de la Literatura y nunca aparece como un simple invitado mudo a la narración, siempre esconde algun tipo de significado que el autor oculta, a veces, sin demasiado empeño...



La leyenda sitúa los orígenes del juego del ajedrez en la India, como invención de un brahmán y con el objeto de ocupar el ocio del rey (otras versiones dicen que se le entregó al rey para hacerle ver que aunque era el elemento más importante de un reino, sin el pueblo no podía defenderse y perecía). Sin embargo, su característico tablero formado a base de escaques de color claro y oscuro (blanco y negro, generalmente) y la división de sus piezas en dos bandos también de distinto color han hecho posible la multitud de leyendas de las que es protagonista este gran juego y también los múltiples escarceos literarios que han hecho del tablero bicolor y sus dos ejércitos de piezas de madera un protagonista más de la obra literaria o su objeto principal.
Sin embargo, pese a sus muchas apariciones a lo largo de la literatura, el juego del ajedrez siempre ha tenido un significado prevaleciente sobre otras consideraciones.



Ajedrez

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Jorge Luis Borges
O con un significado aún más evidente:

Poesía y ajedrez


Porque esta vida no es
-como probaros espero-,
más que un difuso tablero
de complicado ajedrez.
Los cuadros blancos: los días
los cuadros negros: las noches...
Y ante el tablero, el Destino
acciona allí con los hombres,
como con piezas que mueve
a su capricho y sin orden...
Y uno tras otro al estuche
van, de la nada sin nombre.

Se trata de una metáfora de la vida, de una lucha contra la muerte.
El tablero simula un campo de batalla, mientras que las piezas son los contrincantes, cada uno de los bandos ostentando uno de los colores como el de una bandera. No obstante, puesto que los colores que representan son precisamente el blanco y el negro, ambos colores representan la oposición día/noche, tanto física (el paso de los días y la alternancia entre luz y oscuridad) como psicológica (constante oposición entre la parte cuerda y el estadio de locura de un mismo ser humano):


… El jugador con sus dedos silenciosos y seguros, cogió unas docenas de ellas y las puso en el suelo junto al tablero. Luego habló con monotonía, como el hombre que repite un discurso o una lección dicha muchas veces:
- La idea equivocada y funesta de que el hombre sea una unidad permanente, le es a usted conocida. También que el hombre consta de una multitud de almas, de muchísimos yos. Descomponer en estas numerosas figuras la aparente unidad de la persona se tiene por locura, la ciencia ha inventado para ello el nombre de esquizofrenia. La ciencia tiene en esto razón en cuanto es natural que ninguna multiplicidad puede dominarse sin dirección sin un cierto orden y agrupamiento. En cambio, no tiene razón en creer que sólo es posible un orden único, férreo y para toda la vida, de los muchos sub-yos. Este error de la ciencia trae no pocas consecuencias desagradables; su valor está exclusivamente en que los maestros y educadores puestos por el Estado ven su trabajo simplificado y se evitan pensar y la experimentación.  Como consecuencia de aquel error pasan muchos hombres por <<normales>>, y hasta por representar un gran valor social, que están irremisiblemente locos, y a la inversa, tienen a muchos por locos, que son  genios. Nosotros completamos por esto la psicología defectuosa de la ciencia con el concepto que llamamos arte reconstructivo. Al que ha experimentado la descomposición de su yo, le enseñamos que los trozos pueden acoplarse siempre en el orden que se quiera, y que con ellos se logra una ilimitada diversidad del juego de la vida. Lo mismo que los poetas, crean un grama con un puñado de figuras, así construimos nosotros con las figuras de nuestros yos separados constantemente grupos nuevos, con distintos juegos y perspectivas, con situaciones eternamente renovadas. ¡Vea usted!
[...] Así como la locura, en un grado superior, es el principio de toda ciencia,  así es la esquizofrenia el principio de todo arte, de toda fantasía. Hay sabios que se han dado cuenta ya de esto a medias, como puede comprobarse, por ejemplo en El cuerno maravilloso del príncipe, aquel libro encantador, en el cual el trabajo penoso y aplicado de un sabio  es ennoblecido por la cooperación genial de artistas locos y encerrados en  manicomios. Tome, guarde usted para sí sus figuritas; el juego le proporcionará placer aún muchas veces. La figura que hoy, haciendo de coco insoportable, le eche a perder el juego, mañana podrá usted degradarla, convirtiéndola en un comparsa insignificante. Usted, al juego siguiente, puede hacer una princesa de la pobre y simpática figurilla que durante toda una combinación parecía condenada a irremediable desventura. Le deseo que se divierta mucho, caballero.
Me incliné profundamente y, agradecido ante este inteligente jugador de ajedrez, guardé las figuritas en mi bolsillo y me retiré por la puerta angosta.[1]


En esta simulada batalla, la posibilidad de combinación de las piezas es infinita (recordad la leyenda que cuenta que su inventor pidió como recompensa un grano de trigo por la primera casilla, el doble por la segunda, el doble por la tercera, etc. y no hubo en el reino suficiente trigo para pagar la deuda).
Debido a estas infinitas posibilidades, el ajedrez ha sido tradicionalmente usado como metáfora del transcurrir vital en la obra literaria. A eso se refiere Borges cuando afirma en su poema: "Como el otro, este juego es infinito". "El otro" es el juego de la vida. Se sirve de la ignorancia de las piezas de que son movidas por una mano humana para afirmar que nuestros actos está también gobernados por Dios y preguntarse de quién será la mano que mueve la voluntad del mismo Dios.

El poema de Omar Khayyám, posee el mismo significado que el borgeano: la vida se juega ante un tablero de ajedrez y no es el jugador el dueño de sus movimientos. Esta vez en lugar de un Dios, aparece un destino personificado que va echando piezas dentro de la caja de guardarlas, conforme van desapareciendo del tablero a medida que se desarrolla el juego. De nuevo el ajedrez como metáfora de la vida humana: sólo se está vivo mientras se está jugando el juego.

El tercer texto, perteneciente a la novela de Hermann Hesse es distinto, aunque en el fondo posee el mismo sentido: una lucha por la vida; pero no contra la muerte o el destino en este caso, sino contra la locura. Harry Haller completa toda una serie de peripecias que le llevan a entender mejor su propia vida y su sentido, pero para ello tiene que bordear los límites de la cordura. No obstante es, como ya se ha dicho, una búsqueda, un intento de entender mejor la propia vida; por lo que puede ser visto como una lucha por la supremacía de la vida.

En esta misma línea, no ya de entender la propia vida, sino del proceso de madurez, puede insertarse la obra del inglés Lewis Carroll Alicia a través del espejo. Alicia, la protagonista, consigue coronarse como dama o reina una vez atraviesa todas las casillas del tablero en sentido vertical, desde que sale de su propia casilla siendo un simple peón. La conversión en dama es una bonita metáfora del proceso de madurez, por lo que conlleva de soledad y de incertidumbre (la pieza del peón no siempre está protegida durante su proceso de coronación desde su misma salida). Más aún, la protagonista es un peón blanco, color que siempre se ha equiparado con el bien, mientras que las piezas negras serían una representación más habitual del mal. No obstante, el proceso de maduración es también una lucha por la supervivencia, por lo que puede adscribirse dentro de la misma metáfora significativa.


Esta lucha por la supervivencia se aprecia claramente en el poema del colombiano Samuel Antolínez:

AJEDREZ
La lucha por la Vida


Samuel Antolínez
En mágico tapete Ajedrezado
Un duelo colosal se inicia,
Las torres dispuestas al costado
Son murallas de ciudad fenicia

El sencillo peón da el primer paso,
Los caballos al galope van saltando,
Apoyando el ataque cual Pegaso
En campo enemigo están volando

Mientras el noble alfil, fiel soldado raso,
Desde una diagonal y en fiancheto[2]
Con la temible dama hace estragos,
En posiciones que son un reto

Para el mas avezado jugador
la situación requiere inteligencia,
gran paciencia ser calculador
y usar como arma la paciencia

Dominado el rival desde el inicio
la victoria aun está lejana,
pues se debe someter al sacrificio
al peón, al caballo y algunas veces hasta la dama

Para lograr el anhelado triunfo
y tener un brillante remate,
se debe sacar al rey de su refugio
y propinarle así el fulminante mate

Mas la lucha en cada instante
se torna ardua, en una gran epopeya,
pareciera que la capacidad de la mente
se fuese a reventar cual centella

Atacado el rey en su enroque
se derrumba su fortaleza,
la jugada final es solo un toque
que lo destrona y cae su realeza
Solo queda resignar con gran nobleza
aceptar como caballeros la derrota,
el rey ha sucumbido ante la fuerza
de una mente y no de una bayoneta

Alabanza a quien gana
haciéndole honor al noble juego,
ejemplo de disputa sana
imponiendo su ley pero sin fuego

Cuantos hay que en esta vida
no saben admirar al rival en la derrota,
la vida es un juego, es una partida
es como el agua que cristalina brota,

Llega al final este homenaje
Al juego ciencia, noble arte ejemplo de vida,
Dedicado también al personaje
Que va por el mundo jugando su partida
Omar Khayyám

El colombiano alude aún más claramente al juego del ajedrez como metáfora de la vida, si bien no con la maestría de Borges: "la vida es un juego, es una partida" y en " Al juego ciencia, noble arte ejemplo de vida". Un aspecto que sí está muy logrado en este poema es la constatación de que en la batalla del ajedrez no se imponen las armas o las fuerzas, sino dos intelectos, de este particular proviene además la admiración del autor por el juego.  En cualquier caso, la interpretación de este poema queda establecida desde el propio título del mismo.
No se trata de una lucha por la superación ante sí mismo, como veíamos en los personajes de Carroll o Hesse, sino una lucha por superar las habilidades intelectuales del oponente. Una lucha de supremacía deportiva o intelectual.  
En cuanto a la alusión en el título del ajedrez como un laberinto de espejos, se refiere a que cada uno de sus elementos han sido utilizados en la literatura como metáfora de otros elementos. Así pues, para el mismo Borges, la alternancia entre casillas blancas y negras representa el paso de los días y las noches; también para Khayyám. Mientras que el propio tablero de ajedrez representa para el gran escritor argentino el mismo Universo con su infinita combinación de posibilidades.  
El hecho de que las piezas sean de distintos colores se ha usado como metáfora del bien y el mal (Alicia a través del espejo).

Incluso la mano que mueve la pieza ha sido objeto de comparaciones: para Borges la del jugador, dirigida por Dios, y éste por algo desconocido. Para Khayyám se trata directamente de la mano del Destino (se trata de un destino personificado). Para Hesse es el propio personaje el que mueve las piezas, Harry Haller, la parte que importa de su relato es esa misma mano que mueve las piezas y no las figuras en sí mismas. Para Carroll y Antolínez, dicha mano no existe. Las piezas tienen movimiento y vida propios (esto es así a pesar de que el colombiano hable de oponentes y de aceptar la derrota como caballeros; nótese que indica que es el rey el que sucumbe y no la mano que lo hace avanzar a través del tablero).

Por supuesto, esto es sólo una pequeña muestra, los ejemplos de las metáforas ajedrecísticas en literatura son, como los posibles movimientos de las piezas sobre el tablero, innumerables, pero los ejemplos mostrados constituyen un pequeño botón de muestra para indagar en el significado básico de los elementos principales que componen el milenario juego.
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[1] Hesse, Hermann: El lobo estepario, Madrid, Alianza, 1987.
[2] N. de la A.: Del italiano, "pequeño flanco". designa una posición que, generalmente otorgada por el peón de caballo, da la posibilidad al alfil de dominar las dos diagonales largas del tablero. Muchas veces se ejecuta como movimiento previo a un enroque del mismo lado del alfil, puesto que éste puede así actuar como escudero del rey.

2 comentarios :

  1. AJEDREZ

    “Al ajedrecista, su ingenio lo asista.”

    El juego maestro,
    mágico ajedrez,
    piezas de alabastro
    tienen altivez.

    Monarca la clave,
    la reina lo sabe,
    dos torres gemelas
    serán sus estrellas.

    Alfiles gloriosos,
    poder con caballos,
    peones enjundiosos
    son grandes vasallos.

    Partida de Dioses,
    humanos sin poses,
    en terso tablero,
    partiendo de cero.

    Con la inteligencia
    de su quintaesencia.
    usar el cerebro,
    ¡la mente celebro!

    Ir multiplicando,
    un ocho que brega,
    por ocho ganando,
    cual buen estratega.

    Son sesenta y cuatro
    casillas alternas,
    blancas que idolatro
    mis negras fraternas.

    En toda apertura
    fuera la premura,
    no desesperar,
    pensar al actuar.

    Estar concentrado,
    bien posicionado,
    evitando craso error,
    ese “mate del pastor”.

    Quien tiene talento
    debe de triunfar,
    el que estudia, atento,
    no puede fallar.

    Saber defender,
    la meta es vencer;
    luego, al atacar,
    tacto destacar.

    Ver para adelante
    al retroceder,
    practicar variantes,
    nunca hay que ceder.

    La dama preciosa,
    grácil mariposa,
    móvil, intuitiva,
    a victoria aspira.

    Táctica, estrategia,
    perspicacia regia,
    férrea iniciativa
    rivales cautiva.

    Emplear la conciencia,
    bizarra experiencia,
    el Rey proteger,
    para no perder.

    Respetar el tiempo,
    sabio pasatiempo,
    reloj, porque somos . . .
    aliados de Cronos.

    Tablas, fiel madera,
    contrarios modera,
    que no haya encono,
    si llega abandono.

    Enroque, gambito,
    a triunfar te invito,
    lograr jaque mate
    al fin del combate.

    Apretón de manos . . .
    torneos de hermanos,
    sin suerte, ni azar,
    competir, gozar.

    Ante la derrota,
    alma queda rota,
    tendrá que ser digna
    para esta consigna:

    Jugador de ciencia,
    deporte y paciencia,
    cuadrado fue cancha,
    ¿aceptas revancha?

    Los Clubes formar,
    la Unión afirmar,
    ¡por siempre ajedrez,
    . . . para la niñez!

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    México, D. F., a 13 de octubre del 2008
    Dedicado a mi padrino, gran jugador de ajedrez, Don Rodolfo Galindo Arellano
    Reg. SEP Indautor No. 03-2008-101313351700-01

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  2. AJEDREZ

    “Al ajedrecista, su ingenio lo asista.”

    El juego maestro,
    mágico ajedrez,
    piezas de alabastro
    tienen altivez.

    Monarca la clave,
    la reina lo sabe,
    dos torres gemelas
    serán sus estrellas.

    Alfiles gloriosos,
    poder con caballos,
    peones enjundiosos
    son grandes vasallos.

    Partida de Dioses,
    humanos sin poses,
    en terso tablero,
    partiendo de cero.

    Con la inteligencia
    de su quintaesencia.
    usar el cerebro,
    ¡la mente celebro!

    Ir multiplicando,
    un ocho que brega,
    por ocho ganando,
    cual buen estratega.

    Son sesenta y cuatro
    casillas alternas,
    blancas que idolatro
    mis negras fraternas.

    En toda apertura
    fuera la premura,
    no desesperar,
    pensar al actuar.

    Estar concentrado,
    bien posicionado,
    evitando craso error,
    ese “mate del pastor”.

    Quien tiene talento
    debe de triunfar,
    el que estudia, atento,
    no puede fallar.

    Saber defender,
    la meta es vencer;
    luego, al atacar,
    tacto destacar.

    Ver para adelante
    al retroceder,
    practicar variantes,
    nunca hay que ceder.

    La dama preciosa,
    grácil mariposa,
    móvil, intuitiva,
    a victoria aspira.

    Táctica, estrategia,
    perspicacia regia,
    férrea iniciativa
    rivales cautiva.

    Emplear la conciencia,
    bizarra experiencia,
    el Rey proteger,
    para no perder.

    Respetar el tiempo,
    sabio pasatiempo,
    reloj, porque somos . . .
    aliados de Cronos.

    Tablas, fiel madera,
    contrarios modera,
    que no haya encono,
    si llega abandono.

    Enroque, gambito,
    a triunfar te invito,
    lograr jaque mate
    al fin del combate.

    Apretón de manos . . .
    torneos de hermanos,
    sin suerte, ni azar,
    competir, gozar.

    Ante la derrota,
    alma queda rota,
    tendrá que ser digna
    para esta consigna:

    Jugador de ciencia,
    deporte y paciencia,
    cuadrado fue cancha,
    ¿aceptas revancha?

    Los Clubes formar,
    la Unión afirmar,
    ¡por siempre ajedrez,
    . . . para la niñez!

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    México, D. F., a 13 de octubre del 2008
    Dedicado a mi padrino, gran jugador de ajedrez, Don Rodolfo Galindo Arellano
    Reg. SEP Indautor No. 03-2008-101313351700-01

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