martes, 14 de diciembre de 2010

Grandeza mexicana para europeos

Precedentes

Bernardo de Balbuena viajó a México a los veintidós años para estudiar teología. No fue este viaje el que despertó en él la sed de sabiduría, pues hablamos de un autor muy ambicioso que llevaba años preparando su carrera, lo que sí consiguió este viaje fue apasionar a Balbuena por la ciudad, pulsión y motivo principal de su obra Grandeza mexicana.
Resulta evidente que siendo Balbuena un hombre tan instruido y preparado para la carrera que pensaba emprender, había leído a los cronistas que podían decirle cómo eran las tierras del otro lado del Atlántico. Colón, Cortés y Díaz del Castillo influyeron en la escritura de nuestro poeta.  
Otra de las grandes influencias en Grandeza mexicana fue la obra de Tomás Moro, Utopía. La obra se publicó en 1516, tres años antes del descubrimiento de Tenochitlán.
Lo que hace el autor de Utopía es situar una isla, Utophos, cuya capital es Amaurota (ciudad entre niebla) en el Nuevo mundo, lo que remite a una Gran Bretaña situada en América. Por tanto, este país ideal reúne las características positivas europeas tradicionales y la imaginación de Moro, basada en las maravillas que de las nuevas tierras descubiertas se oían. La unión perfecta entre lo ya conocido y su aplicación en un lugar que había sido descrito como paradisíaco y comparado con el paraíso bíblico.  

Aunque obviamente hay diferencias, como el hecho de que en Utopía se respeten todas las religiones por igual y que el rey pueda ser destituido por el pueblo. En Grandeza mexicana, el príncipe es depositario del poder divino y está adornado de todas las virtudes posibles; la religión es únicamente la cristiana y los indígenas, a pesar de no tener fe hacia ella, están preparados para ser adoctrinados (tal y como ya quiso hacer ver Colón en sus cartas a los Reyes Católicos). Estas diferencias se deben a que Tomás Moro dejó volar su imaginación, y Balbuena, en cambio, está describiendo una ciudad real, realiza un laudes civitatis o alabanza de la ciudad de México.

En otro orden de cosas, el verso utilizado en el poema es el terceto endecasílabo, también llamado terceto dantesco por ser el que el autor italiano usó en su Divina comedia. El hecho de que sean tres los versos que componen cada estrofa denota lo dependiente que era la literatura medieval del hecho religioso, pues el número tres representaba la divinidad (Dios es uno y trino: padre, hijo y espíritu santo). Es también representativo el número de capítulos que componen la obra: nueve; múltiplo de tres y número también usado en la Edad Media para referirse al dios cristiano.

Elementos mitológicos grecolatinos en la Grandeza mexicana

Es notable la gran cantidad de nombres procedentes de la mitología griega y latina que desfilan a lo largo del poema de Balbuena.
Apenas iniciado el primer capítulo, en la séptima estrofa, aparece ya el primero: Atlante, gigante que fue condenado a soportar sobre sus hombros la bóveda celeste por toda la eternidad, como castigo por haber participado en la lucha de los gigantes contra Zeus.
Poco después, en el mismo capítulo, aparecen Amaltea (ninfa, nodriza de Zeus), Marte (dios de la guerra), Neptuno (dios del agua, patrón de navegantes y pescadores), Aquiles (héroe del poema homérico Ilíada), Cadmo (fundador de la ciudad de Tebas), el ave fénix (ser mitológico inmortal, pues cuando llegaba al término de sus días, ardía en fuego y renacía de sus propias cenizas), las ninfas (hijas de Gea, personalizan la vitalidad y la fecundidad de la naturaleza), Venus (diosa de la vegetación y los jardines) y las musas (nueve diosas, hijas de Zeus y Mnemósine, ellas conceden la inspiración a los poetas y músicos). Todos estos nombres aparecen sólo en el primer capítulo.

En el segundo se compara a los caballos con centauros, seres mitológicos mitad hombre y mitad caballo, lo que se hace para engrandecer su mérito, ya que estos seres poseían la velocidad y nobleza de los caballos y la inteligencia de los hombres. Unos versos más adelante se alaban los caballos mexicanos por encima de Babieca (yegua del Cid) y de los hipogrifos, cuya cabeza era de águila, los cuartos delanteros de león y los traseros de caballo. Como las águilas, poseían la capacidad de volar, garras leoninas y patas poderosas.

Influencia del período romano: poema americano de visión eurocéntrica

Colón fue el primero en observar América como el Paraíso prometido en La Biblia, referencia presente también en nuestro poema:

Al fin aqueste humano paraíso
[…] templo de la beldad, alma del gusto,
Indias del mundo, cielo de la tierra

Es imposible imaginar lo que sintió Cortés cuando llegó a la hermosa capital azteca, pues hay que tener en cuenta que el conquistador español no creía posible la existencia de tan gran imperio en las “bárbaras” tierras descubiertas apenas veintisiete años antes. En un intento de encontrar un referente europeo inteligible para sus lectores, comparó Tenochitlán con Córdoba, Sevilla y Salamanca, tres de las ciudades más ricas del imperio español en el siglo XVI.
Tanto las descripciones de Bernal Díaz del Castillo, como las de los propios Colón o Cortés, están condicionadas y determinadas por su cultura europea y su lengua española y recurren a lo que conocen para tratar de describir el sorprendente Nuevo mundo que han podido ver con sus propios ojos. 


También nuestro poeta Bernardo de Balbuena recure a su experiencia europea para describir la hermosa ciudad mexicana a su antiguo amor Isabel de Tobar; pero lo hace para destacar la grandeza de la ciudad mexicana, como el propio nombre del poema indica:

[…] una Troya parienta de los años
una Roma también parienta suya,
y una Venecia libre, y no de engaños,


[…] La antigua Grecia llena de esculturas
celebre sus soberbios edificios,
y de los tirios muros la hermosura;
Las influencias de los poetas clásicos latinos son destacables, para empezar el género del poema es un laudes civitatis, de iniciación e incluso desarrollo romano; el poema está influido por Teócrito y Virgilio. Como indica José Carlos Rovira en Ciudad y literatura en América latina:

Si el poema de Balbuena constituye “una prolongación tardía de los cantos urbanos que consolidó el primer Renacimiento” parece obvio que la influencia grecolatina de Grandeza mexicana viene determinada por el gusto presente en la época renacentista por los pueblos griego y romano.
[..] Grandeza mexicana es la obra de un poeta de amplia cultura que tiene como modelo la clasicidad renacentista que conoce bien (en su formación se destacan Tasso, Boyardo, Ariosto, etc.), la clasicidad grecolatina (Platón, Aristóteles, Píndaro, Virgilio, Horacio, Plauto, Lucano, Séneca, Marcial) y precursores españoles (el marques de Santillana, Boscán, Garcilaso) y contemporáneos (Góngora, Ercilla, Quevedo).
Balbuena, como poeta culto y persona de una familia acomodada, hablaba y escribía correctamente el latín lo que le posibilitó conocer todas las obras clásicas que deseara.
Pese al pesimismo barroco, época a la que pertenece la obra que nos ocupa, Balbuena se formó en el Renacimiento, época del culto y la reverencia a la sabiduría, como muchos otros europeos en la época buscó un renacimiento de la edad de oro en América, que en su caso particular creyó encontrar en México.
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