ADVERTENCIA: En este post se desvelan detalles importantes de la trama de Respiración artificial, de Ricardo Piglia, incluyendo el final. Si no lo habéis leído aún, mejor guardad este post para cuando lo hayáis hecho.
El
arte da voz a lo que la historia ha negado, silenciado o perseguido. El arte
rescata la verdad de las mentiras de la historia.
Carlos Fuentes
Como Scherezade la literatura resiste
las leyes del poder.
Ricardo
Piglia
De muchos bestsellers y novelas de moda se ha dicho que son
"históricas" es decir que ficcionalizan un hecho histórico o que
tienen alguna base de tipo histórico. No es esto lo que hace Ricardo Piglia en
su maravillosa Respiración artificial.
En esta gran novela, parece como si Piglia quisiera recuperar la clásica
relación entre literatura e historia (una relación con diferencias muy
difuminadas en el período grecorromano, tal y como se aprecia en la Poética de Aristóteles).
Respiración artificial fue publicada en 1980, momento en que la censura argentina no es tan
rígida como sólo cuatro años antes y permite apenas un resquicio que Piglia
aprovecha criticando la dictadura en una novela codificada, en la que aporta la
mitad del significado completo, mientras que la otra mitad de la solución –como
un detective de novela negra- debe aportarla el lector.
La referencia al lector como detective no ha sido
gratuita, el autor argentino estaba muy influido por la lectura de Dashiell
Hammett y otros autores americanos de novela negra (Chandler, Cain, etc.) En
1968, en Buenos Aires, empezó a dirigir la colección de novela policíaca
estadounidense para una editorial pequeña llamada “Tiempo contemporáneo”, en
palabras del autor: “En aquellos tiempos, llevar adelante este proyecto suponía
que tenías que leer treinta libros para escoger uno, recibía cajas y cajas, me
pasaba el día leyendo”.
De esta ingente lectura de novela negra, el autor se
interesa principalmente por el concepto del poder y el modo en que éste
corrompe a las personas.