miércoles, 15 de diciembre de 2010

Fabliaux: Espejo cómico del siglo XIII

¿Qué son los fabliaux?

Desde los siglos XVI al XIX, la palabra “fabliau” ha sido utilizada para referirse, sin excesivo rigor a cualquier cuento ligeramente humorístico […] estos cuentos forman parte como grupo de un género delimitado de forma muy intuitiva […] las definiciones del género resultan muy vagas, especialmente la del muy influyente crítico Joseph Bédier que los definió como “divertidos cuentos cortos”.

Los fabliaux, estos “divertidos cuentos cortos” son breves relatos escritos en verso a lo largo del siglo XIII en su mayoría (decimos “en su mayoría” pues algunos se remontan hacia finales del siglo XII o llegan hasta principios del XIV). Aunque tuvieron una gran repercusión (el éxito de una obra literaria medieval se establece a partir de la cantidad de manuscritos encontrados que versan sobre ella) se conservan en manuscritos diversos y fragmentados. Podían ser escritas por algunos poetas conocidos en la materia, dado que poseían carácter popular, aunque la mayoría de las que se conservan fueron compuestas por autor anónimo.
Su principal objetivo era ser fuente de hilaridad, provocar la risa de los burgueses hacinados en las ciudades, y nada mejor para hacerlo que reflejar sus propios miedos, intentar que se rieran de sí mismos.


Argumentos

Los fabliaux son obras de ficción y como tales, lo que predomina en ellos son elementos ficticios, pero también aparecen en ellos detalles tomados de la realidad inmediata. No se puede tomar al pie de la letra todo lo que dicen, ya que su propósito no es reproducir la realidad sino divertir al público, pero tampoco son autónomos en relación con  el mundo real al que pertenecen. Los autores de estos textos presentan siempre sus narraciones como algo ocurrido realmente y, para conseguir un efecto de veracidad en lo narrado, multiplican los detalles propios del entorno.

Si bien hay algunos fabliaux que narran cosas que no hubieran podido ser vistas jamás por ninguno de sus autores (el Infierno, o el Paraíso, el mundo de los muertos, etc.) no se puede negar que la mayoría de ellos nos hablan del entorno habitual del campesino o el burgués: las casas de campo o de ciudad, los mercados, las calles ocupadas por los gremios…
El hecho de que se remitan a un mundo conocido por los oyentes de la historia (hemos de recordar que los fabliaux no se leían, sino que se escuchaban narrados por un juglar conocedor de su oficio) es lógico y necesario para que pueda darse el elemento de hilaridad, tema y pulsión creativa principal de estas obras, pues la gente suele reírse sólo de aquello que conoce bien y no de temas ajenos que puedan provocarle curiosidad, rechazo e incluso espanto.

Por tanto, la mayoría de los argumentos son hechos que podrían acaecer en la vida cotidiana de cualquier persona de los siglos medievales: la consecución de un objetivo a través del engaño o la astucia, las tretas de la mujer para ocultar un amante (el término “amigo” poseía este significado en la época medieval) a su marido cornudo.
Mención aparte merecen los fabliaux que usan como fuente de comicidad el humor negro, ya que sus tramas no pueden considerarse inspiradas en la vida habitual del burgués, no obstante también en ellas se hace gala de la astucia para ocultar la identidad real del cadáver con un fin concreto. Astucia bien conocida por el burgués o el campesino, que muchas veces tenía que servirse de ella a diario para poder llevar pan a su mesa.

Así, pues el elemento cómico, el erotismo y el uso de la astucia constituyen los tres ejes principales en torno a los cuales se articulan la práctica totalidad de los argumentos de los fabliaux.


Personajes

Hablemos ahora de los personajes que intervienen en los fabliaux: casi todos ellos poseen un papel bien determinado en el cuento a lo largo de la trama inventada por el autor.
Si un poco más arriba señalábamos que el tratamiento de los términos difiere del que se utilizaba en la literatura del amor cortés, con el papel del personaje masculino y femenino en los fabliaux sucede otro tanto ya que no podemos encontrar unos caracteres más opuestos a las sumisas damas y los valientes caballeros de la literatura cortés. No encontraremos en los fabliaux ninguna Ginebra en apuros ni ningún Lanzarote que acuda presuroso, espada en mano a su rescate.

Sería más adecuado decir que las féminas dirigen su propia vida sin esperar que ningún caballero lo haga por ellas y tratando de defender sus caprichos, como el mantener a su amante al margen de la curiosidad del marido a través de argucias o tretas que le permitan seguir con una doble vida. Se trata, por tanto, del personaje en el que recae la mayor parte del recurso de la astucia al que aludíamos en el apartado anterior.

Los hombres retratados, por otro lado, constituyen ese contrapunto inocente a la astucia, del que también hemos hablado más arriba. Representan el papel del inocente, del ingenuo, del engañado, provocando la hilaridad del oyente al verse casi siempre burlados gracias a las estratagemas de las mujeres

Aunque estos dos arquetipos son los más representativos, encontramos en los fabliaux toda una galería de personajes que representan a los hombres de la sociedad del siglo XIII:
Así pues, tenemos al clérigo, hombre avaro y lujurioso (en raras ocasiones encontramos un cura que busque el bien de sus feligreses y se conforme con las riquezas que le otorgan las limosnas de éstos y algunos bienes de la Iglesia para poder sobrevivir). El cura siempre busca tener más, siempre aspira a más, y esta búsqueda es el germen de muchas situaciones que provocarán la risa del público.
También aparecen los jóvenes, preocupados únicamente por divertirse y seducir a las jóvenes casaderas o ya esposas que se pongan a su alcance.
Encontramos también, aunque con una frecuencia mucho más reducida, a la “celestina” o casamentera. Se trata de una alcahueta a la que los amantes pagaban para que posibilitara su encuentro y su posterior tratamiento. Si las mujeres de los fabliaux son la muestra de la astucia como recurso cómico, es en este personaje en el que se concentra en mayor cantidad, como Auberee, estos personajes son capaces de idear tales estratagemas y de trabarlas entre sí de forma tan inteligente que despiertan la admiración del lector (y no nos referimos ya al oyente del siglo XIII, sino al propio lector actual del texto que observa cómo estas mujeres nunca salen malparadas con la simple precaución de trabar una compleja red de mentiras que no se contradigan entre sí).




Las raíces literarias: ¿De dónde provienen estos cuentos medievales?

Se han otorgado varios orígenes posibles al género, dispares entre sí:
Gaston Paris consideraba el cuento oriental como su antecedente.  El fabliau habría bebido así de fuentes como el Pachatranta o el Libro de Kalila e Dimna, hecho que explicaría la misoginia presente en los relatos (la mujer es siempre vista como un ser mentiroso y manipulador por naturaleza).
E. Faral, en cambio, sostuvo que había que buscar las raíces del fabliaux en la comedia elegíaca latina, por su similitud de personajes.
Se ha observado también que los fabliaux pudieran ser una adaptación de las comedias pseudoesópicas al francés del siglo XII, realizada por Marie de France (Ysopet).

También ha sido señalado como un posible origen las composiciones realizadas en la fiesta de la Epifanía, donde el orden habitualmente férreo se subvertía, dando lugar a una sociedad totalmente invertida y cuyas costumbres morales se relajaban. Pero esto no parece tampoco posible, pues en los fabliaux el orden natural no sólo no parece alterado, sino que incluso se mantiene y refleja en construcciones imaginarias como la jerarquía presente en el Infierno e incluso en el Paraíso.

El género que nos ocupa parece pues contener en sí mismo la misma dificultad que el resto de los géneros literarios medievales: el desconocimiento de sus raíces, bien pudo beber de todas las fuentes que hemos indicado un poco más arriba, bien muchas de las características que le son inherentes provienen de la intuición literaria del juglar y se fueron fijando con el tiempo.
No resulta, por tanto, sencillo establecer los orígenes de nuestro género, lo que sí se puede afirmar sin género de duda es que tiene aspectos en común con todas las posibles fuentes que hemos mencionado, y también otros que son divergentes, por lo que pudo beber de todas ellas y formarse a partir de una mezcolanza de influencias que habrían conformado un nuevo género, similar en algunos aspectos a los ya existentes, pero lo bastante diferenciado y definido para constituir uno nuevo por sí mismo.


El fruto de los fabliaux: la novela corta, de Boccaccio a Chaucer

Un simple vistazo a varios de los fabliaux revela una historia cuya configuración nos deja el recuerdo de los relatos escuchados en nuestra infancia.
Esto es así porque el fabliau, lejos de morir como género literario tras su etapa de auge, se desdobló en varias características que influyeron posteriormente en gran multitud de autores y géneros. Así, encontramos un hilo temático que recorre la literatura desde los fabliaux medievales hasta el cuento actual pasando por autores como Boccaccio (sobre todo en su Decamerón, que influirá, a su vez en el Heptamerón de Margarita de Navarra y en otras obras de la literatura francesa renacentista) o Chaucer (en los Cuentos de Canterbury, donde introduce temas de los fabliaux que no sólo enriquecen los temas y personajes de la literatura inglesa medieval, sino que también aumentan los escenarios posibles, hecho que llega a influir en Shakespeare), entre otros.

Entre estos otros están los autores de cuentos infantiles franceses, como Charles Perrault, pues aunque sus cuentos sí incluían una moraleja final, cosa que no ocurre con los fabliaux, se observan cuentos muy similares a los fabliaux, como “Los deseos ridículos”, cuya trama, similar a la que acontece en “Los cuatro deseos de San Martín” se distingue principalmente en que los deseos son tres y no cuatro y en que el matrimonio no echa a perder su oportunidad deseando estar cubiertos de atributos sexuales, sino de una morcilla que cuelga de la nariz de la mujer.

En cuanto a los géneros, los fabliaux impusieron el desarrollo de la farsa e impulsaron la novela corta; género cuyo estado actual es un gran deudor de los cuentos franceses medievales.


Los fabliaux como reflejo de la sociedad que los ha creado

Los personajes que hallamos con frecuencia en los fabliaux representan a la clase media francesa de la época medieval. Esto se hace para buscar el elemento hilarante, pues, como ya se ha indicado más arriba, la gente se ríe de aquello que conoce.
A pesar de que aparezcan sentencias finales en algunos de los cuentos a modo de moraleja, éstas no son tales, pues el propósito de los fabliaux no era didáctico o moralizante; sino únicamente cómico y no se permitía el juglar o el creador del fabliau enseñar unas buenas costumbres morales o religiosas de las que él mismo carecía:

De cada tres fabliaux hay dos, entre los más groseros incluso, en los que aparece al principio o al final una lección o moraleja que los asemejan a los exempla […] pero la sentencia final que aparece en los fabliaux suele ser un lugar común en el mejor de los casos y confusa o contradictoria en otros. En el primer caso [..] lo que se expone es una verdad indiscutible que forma parte del mundo del narrador y del público del suceso narrado. Este empeño moralizante, tan poco en consonancia con el relato, podría explicarse por a enseñanza escolar que los autores del fabliaux habían recibido. La Retórica exigía para el relato breve y ligero un “orden natural” y según este orden natural, debía comenzar ex sententia o concluir ex exemplo, sin que hubiese otras formas posibles.

Los fabliaux, representan, es decir, reflejan la sociedad de la que forman parte, pero no pretenden que las gentes se vean reflejadas en ellos, sino sólo que se rían, hay un mero propósito risible en este retrato social de la época.

El fabliau refleja los miedos de la sociedad: el adulterio de la pareja, la pérdida de la escasa fortuna y la subsiguiente pérdida de techo y alimento o las simples impertinencias ejercidas por suegras y madres.
Pero no es un reflejo sólo por ello, ya que los fabliaux sirven para formarse una idea bastante aproximada de las costumbres y los modos de vida de la época, tanto es así que se describen con detalle las comidas, los vestidos e incluso las casas que habitaban, dado que la mayoría de los fabliaux, como se ha indicado antes, se sitúan en un entorno familiar al auditorio.

Conclusiones

A lo largo de toda la historia de la literatura, los fabliaux han sido despreciados como un género menor, apto sólo para gente que no fuera muy exigente en sus gustos literarios. Esto es debido al lenguaje burdo y poco refinado que se emplea en la mayoría de ellos, las tramas de escasa complejidad argumental y la ausencia de afán didáctico o moralizante. Unido ello al hecho de que la literatura de humor nunca ha gozado de una gran consideración por parte de los críticos más reputados.

Pese a ello, nos gustaría destacar que tanto las estratagemas urdidas por las mujeres para escapar de la ira de sus maridos, como algunas de las situaciones presentadas y que acontecen a los personajes (se menosprecia, por ejemplo, el hecho de jugarse unas almas a los dados en “San Pedro y el juglar”, pero se tiene en gran estima que un caballero cruzado se juegue la vida al ajedrez con la Muerte, salvando las distancias, en la película de Ingmar Bergman El séptimo sello) son ingeniosas, están bien urdidas y provocan la comicidad en su lectura.
Fueron un referente en la Edad Media por su crítica sin reproches y por su estilo literario espontáneo y sin ornamentos artificiosos. Hay multitud de autores que poseen un estilo de estas características o no critican abiertamente su entorno social sin que por ellos sean excluidos o se ponga en duda el valor artístico de sus obras.
Algo que sí resulta evidente es que el lector disfruta de estas obras breves y ligeras capaces de provocar a su sentido del humor. Tal vez baste con eso. 

Like This!

9 comentarios :

  1. M'ha agradat molt aquesta entrada sobre els "fabliaux". M'agrada molt l'Edat Mitjana, i aquesta forma "romanesque" (en llengua romanç) crec que és una de les més elaborades.

    Com destaques, la comicitat és un punt clau d'aquestes formes. Ara bé, una de les característiques de la literatura medieval és la instrucció. Amb les històries còmiques, de situacions pròximes a la realitat (prou desbaratades però), propugnen una finalitat moralitzadora ("per a ser bona persona i salvar-te'n, no pots fer això i allò altre que fan els personatges dels fabliaux").

    En castellà, existeixen els fabliaux?

    ResponderEliminar
  2. Hola Enrique!

    M'agrada que t'agrade l'Edat Mitjana, a mi m'agrada molt, també, a la literatura, és una edat més generosa del que es sol pensar.

    Anem a vore... sí, potser els "fabliaux" tenen funció didáctica (com ho demostra el fet de que Perrault, al segle XVIII recopilara un d'ells)però no es, ni molt menys, la seua pretensiò principal. Aquesta és la d'entretindre, i d'ahí el fet de que els personatges siguen fàcilment identificables per part del lector, perquè sense identificació no hi ha lloc per a la comicitat (no sé perquè t'explique açò, de la literatura francesa en saps molt més que jo ;-)

    En aquest sentit, no, no existixen els "fabliaux" en castellà, els primers relats breus en castellà (que jo recorde) son els continguts a "El Conde Lucanor", i no pretenen entretindre, sino que naixen ja amb un afant moralitzant (porten inclús una moralina al final de cada conte).

    Una llàstima, a mi m'encanten aquest tipus de contes breus que pretenen divertir qui escolta. També hi sont molt comuns a la tradiciò catalana i valenciana (les conegudes rondalles). Però, sempre he pensat que la literatura castellana s'ho pren tot massa seriosament. La gran literatura realista, ja saps, i la seua gran aportaciò universal? La novela picaresca. Mira, aquí si que hi han de ben divertides, però ja no són contes, sino novel.les (seguisc sense saber on està el puntet per poder escriure la ela geminada).

    Moltes gràcies pels teus comentaris! si no fos per tú, em sentiría com parlant-li a la pared, açò sería un pur monòleg.

    ResponderEliminar
  3. Estava jo pegant-li voltes al cap... Existeix una literatura que no tinga un finalitat didàctica, o almenys que incite a la reflexió? Fa temps vaig llegir no sé on (a vore si me'n recorde) que la literatura que paga la pena és aquella que et fa pensar. I en este sentit tota la literatura fa reflexionar, tot i que no siga el seu objectiu últim (com és el cas dels fabliaux).

    En general, pel que he observat, la literatura medieval francesa té molta comicitat. Bé, quasi, que ara estic pensant en la Cançó de Roland. Però per exemple, en la poesia de François Villon, el teatre medieval, les novel·les com el Roman de Renart o fins i tot el Tristà; tots tenen un puntet còmic molt interessant.

    I tot i que siga anacrònicament, potser seria interessant un estudi de les convergències i divergències entre fabliaux, picaresca i rondalles.

    Ja saps que és tot un plaer llegir-te! I allà on puc, comente :) Sobre la literatura hispanoamericana, tinc poques coses a dir ja que no la conec gaire (i sense gaire).

    :)

    ResponderEliminar
  4. A vore... dius coses molt interesants, és impossible deixar-te sense contestaciò!

    TOTA la literatura fa reflexionar. En això tens tota la raó del món. ës més, et dic una cosa: si no ho fera no seria literatura.
    Aquest any, el mestre de corrents estètiques va preguntar que pasaria si colocares una bossa de taronjes a un museu. Qué que passaria? Doncs que la gent es quedaria pensant-ne el significat profund i substanciòs que té a la vida una bossa de taronjes.

    El cas és (i conste que no em considere no especifista, de fet, encara no ho he decidit) que si a un escrit li poses la etiqueta "literatura" ja ho tens: la gent s'ho pendrà com un text que parla de la vida i del cual es pot aprendre alguna cosa.
    En aquest context, tot el que estiga en facultad de ser aprés, s'aprendrà (és el mateix cuan acudixes a una classe interssant o parles en algú que té una gran conversa).

    Però això no hi vol dir que siga el seu propòsit (jo tinc una amiga que diu que aprén molt cada vegada que parla amb mi, però el meu propòsit no és, ni de llarg, enseñar-li res; més bé a l'inversa. Ella aprén de la seua prôpia reflexiô, i jo només sóc l'excusa per possar-se a pensar).

    La comicitat és, a més, el millor camí, per a aprendre coses (fins i tot els adolescents s'interesen més quant s'utilitza l'ironía i el xiste fàcil, ho tinc comprobadísim).
    Així, els fabliaux, sense pretendre-ho, eren una de les fonts d'ensenyament més importants.

    No obstant, mai he aconseguit aprendre res als llibres d'autoajuda i això que estàn enfocats per a enseyar (a tenir una vida millor, ser més feliç, però a ensenyar, al cap i a la fi).

    Mira que t'agrada la literatura comparada, eh? Però aquest estudi comparatiu que proposes està fora del meu abast. No en sé res de literatura catalana o valenciana, ni de la francesa (només he donat l'època medieval y la Renaixensa), potser tú si el podríes fer. Si l'escrius, jo el llisc ;-)

    ResponderEliminar
  5. A mi m'encanta que em respongues als missatges! Així m'obligues a pensar una miqueta! jejeje.

    Jo sí que em considere especifista convençut. T'explique la meua percepció dels fets.

    Crec que hi ha diversos patrons que defineixen la literatura: intencionalitat de l'artista, missatge a transmetre i reflexió de la crítica professional.

    La bossa de taronges en un museu. Si la deixe jo per error, doncs la gent la vorà i dirà "què vol dir...?". No vol dir res. Si et trobes una llista de la compra a la Fnac, vol dir alguna cosa? No res. El públic consum, però la "literatura" és una institució que no depén del públic sinó de criteris més, diguem-ne, "objectius" (crec).

    Ara, si esta mateixa bossa la hi deixa un artista és per un motiu concret. L'artista té la intenció de transmetre un missatge i és la crítica la que ha d'especular sobre aquest missatge.

    La recepció del públic és la mateixa, però no crec que siga comparable una cosa i l'altra.

    Els llibres d'auto-ajuda són concebuts com a material didàctic, divulgatiu o fins i tot pedagògic. Però no com a material artístic (la literatura és art). L'art transmet idees però també "bellesa", allò que es coneix com a "poeticitat".

    Potser un llibre d'auto-ajuda puga inspirar una novel·la molt important, que esdevinga canònica. Crec que aquest llibre serà imprescindible per a conéixer la novel·la, però mai no podrà formar part de la literatura, ja que no és artístic.

    Heus ací la meua aportació per a fer-te especifista o per a acabar de convéncer-te en el no-especifisme :)

    ResponderEliminar
  6. Doncs... em sembla que tinc algunes pegues per a la teua concepció: "si esta mateixa bossa la hi deixa un artista és per un motiu concret"
    ¿Qui és l'artista? ¿El que fa art? Doncs ja hi som: és un crecle viciòs.

    Ara les tres carcateristiques per considerar un escrit com a "Literatura" (en majúscules) també hi tenen pegues (desde el meu punt de vista personal, és clar): " intencionalitat de l'artista"
    A l'época surrealista l'artista practicava el que es coneixia com a "escriptura automàtica" escriure sense pensar gens ni mica en allò que estàs fent.

    ¿Doncs l'art surrealista no és tal? Algunes obres de poesía de Lorca estàn considerades surrealistes, per exemple, o les pintures de Dalí, o algunes películes de Buñuel ("Un perro andaluz")

    A obres com "L'Ulises" completament "canònica" s'integren llistes de la compra, com les que tu pretenies deixar a la fnac.

    El missatge a transmetre no es deu a l'art, sino a que la llengua en sí mateixa (qualsevol llengua) és un codi, i per tant poseix la facultad de transmetre informaciò, és a dir, missatges.
    Els dos últims cants "D'Altazor", per exemple, no són més que una conjunciò de fonemes sense cap significat. No obstant, tenen sentit... en el context de l'obra ¿Qui és el que dona aquest sentit? ¿L'escrit o el mateix lector?

    "és la crítica la que ha d'especular sobre aquest missatge" si l'editor de l'obra o el agent literari de l'escriptor no paga bé, no hi ha crítiques de l'obra ¿No hi ha literatura, tampoc? Això ens deixa en un literatura = diners que no m'agrada gens.

    No obstant, com ja t'he dir abans, no em considere no especifista, si m'hagueres donat arguments per a ser-ho, també te'ls hauria rebatut a l'inversa, el que és evident és que no estem estudiant per a res. Alguna cosa ha de diferenciar la literatura de la resta dels escrits sense intenciô artística, pero ¿Qué?

    ResponderEliminar
  7. hola Ana, muy interesante el trabajo sobre los fabliaux, estoy haciendo un trabajo sobre los mismos para la asignatura E.M. de la Pompeu Fabra. he copiado la imagen de tu trabajo y desearia saber la fuente bibliografica de donde la has sacado si la conoces. saludos

    antonio bahima

    ResponderEliminar
  8. Buenas tardes Antonio:

    Me alegro de que hayas leído y de que haya algo que te sirva para tu trabajo. Verás, la imagen no es de los "fabliaux" propiamente dichos sino de una sátira medieval algo anterior, que podríamos considerar una de sus precursoras (ya que es del siglo XII). Se trata del "Roman de Renart", que parodia la canción de gesta y la imagen es una reproducción del libro que se encuentra en la biblioteca nacional de Francia y que aparece en la página de Larousse:

    http://www.larousse.fr/encyclopedie/images/Roman_de_Renart__Ysengrin_et_les_anguilles/1311467.

    Tanto el estilo de escritura como la iluminación de la página (las ilustraciones y mayúsculas adornadas) ya son muy similares a las que encontramos en el siglo XIII en los "fabliaux". Espero que esto te ayude. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es evidente que tu trabajo me ha servido en parte y es de agradecer lo bien expuesto que está . En el mio debo comparar el trato que hace la cultura cortes a sus personajes con el que se observa en los fabliaux, Gracias por todo.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...